
Por Gustavo Lerner
Durante la última semana vienen trastabillando, nuevamente, las economías y bolsas de comercio mundiales dejando al descubierto los bluffs sobre los cuales estaban fundamentadas. A quienes venimos pregonando por economías reales que incorporen los recursos naturales como parte de la ecuación, no nos sorprende en lo más mínimo y no necesitamos ahondar demasiado en el tema para saber que se trata de más de lo mismo: inmensos globos inflados virtualmente por bancos y multinacionales, que revientan cuando a algunos les conviene o cuando perdieron totalmente el control. Incidiendo así en la suerte de países, empresas y millones de personas que continúan atadas y dependientes de un modelo económico que destruye sistemáticamente el planeta. Tampoco me sorprenderá demasiado que para salir de este embrollo se re-inventen nuevos bonos virtuales, se re-inflen nuevos globos de mentiras e ilusiones y que los países y empresas los acepten mansamente. Después de todo, es realmente difícil idear un modelo diferente y la sociedad humana masificada no se caracteriza por su capacidad de rebeldía. Las tareas de idear y generar nuevas propuestas, quedan así en manos de pequeños grupos e individuos con inquietudes y poco dispuestos a aceptar fácilmente lo impuesto. Como dije antes nada de esto me sorprende ya, por reiterativo. Sin embargo durante el mes último si me sorprendió el enterarme de una nueva iniciativa en Santiago de Chile llamada: Banco Ambiental (www.bancoambiental.cl). La propuesta básicamente consta de recolectar a domicilio los desechos, debidamente separados, y bonificar a las personas por el peso de desechos que entregan con premios y descuentos que aportan empresas que apoyan la iniciativa. Recibí la información a través de una cantidad de correos electrónicos, de parte de amigos con intereses ecologistas, titulando: “Por fin…Aleluya!” , “Reciclaje a domicilio”, o “Ahora no hay excusas para no reciclar”. Y en la alegría de imaginar bancos que se encarguen de limpiar el planeta en lugar de contaminarlo, se olvidaron de pensar y cuestionar las ideas que conllevan esta propuesta. Una propuesta que te “paga” por comprar tus desperdicios es, básicamente, otra propuesta que alienta al consumo y que se enrola en el marco de la máxima “mas es mejor”. Si ahondamos en el asunto, veremos que resulta ciertamente poco “Ambiental” el hecho de pasar a recolectar por cualquier parte de la ciudad los residuos, con un gasto energético y una contaminación que, en el mejor de los casos, equipara lo recolectado. El agravante final lo constituye la empresa “patrocinadora” del mes: Burger King. Cartón lleno. Ahora resulta ecológico y ambiental comer hamburguesas, papas fritas y tomar Coca-Cola. Incentivados por figurar y posicionarse como empresas "Socialmente Responsables", con el fin de vender más y más, algunos de los grandes contaminadores del planeta se ven tentados a acomodar a su antojo los mensajes y las propuestas que durante décadas vienen desarrollando los grupos y personas que sí tienen un verdadero interés en cuidarlo, en respetarlo. Por supuesto que lo hacen mal, ya que su verdadera intención no es ni ser socialmente responsables, ni cuidar el planeta.
Es cierto que esta iniciativa quizás sirva para que personas que hoy no tienen la idea ni la intención de separar sus desechos y reciclarlos, aprendan a hacerlo. Sin embargo no es menos cierto que esta es, también, una manera de crear dependencia, ya que el “Banco” es el encargado de llevarse los “problemas” distribuyendo los materiales a reciclar y ni la gente ni el Estado se involucran en el proceso de responsabilizarse por sus desperdicios. Este tipo de nuevas malas ideas, que repiten el patrón y alientan al consumo, no tienen al fin nada de novedosas y constituyen un peligro si perdemos la capacidad de cuestionarlas. Si este banco se llama “Ambiental”, esa palabra pierde su valor porque el concepto se diluye. Hoy podemos escoger entre las seductoras y mágicas propuestas que nos solucionan los problemas a domicilio y sin ensuciarnos, o en educarnos y hacernos cargo de nuestro crecimiento comenzando por reducir el consumo; podemos escoger entre comprar bluffs multimedia que nos prometen reforestar un metro cuadrado cuando enviamos una figurita virtual a 20 de nuestros amigos en Facebook, o bien en arremangarnos y salir a plantar árboles tomando cartas en el cuidado del planeta, comenzando por nuestro entorno. Imaginar un planeta distinto y construir una sociedad humana diferente no son tareas simples y requieren de todas nuestras facultades y capacidades. Y si los activistas interesados en Ecología y Ambientalismo perdemos la rebeldía y la capacidad de pensar, nuestros sueños y proyectos de un mundo mejor quedarán sólo en eso, sueños y utopías lejanos. Pongamos entonces nuestras neuronas en funcionamiento e imaginemos alternativas más lógicas y viables que premiar a los vendedores de hamburguesas como los verdaderos cuidadores del planeta!